Misterios Gloriosos del Santo Rosario
Los Misterios Gloriosos del Santo Rosario se meditan los Miércoles y Domingo. Iniciamos el rezo de estos misterios preferentemente frente alguna imagen de la Santísima Virgen María (aunque no es indispensable) y con un Rosario bendecido entre las manos. Recuerde que lo importante aquí, es meditar cada uno de los misterios mientras los acompañamos con nuestras oraciones.
A modo de asistirle, podrá ver unas cajas llamadas «check-boxes», mismas que puede emplear a manera de «cuentas de Rosario» (en caso de no contar con uno) para registrar así el progreso de su oración.
Rezo de los Misterios Gloriosos
Oraciones Iniciales
Señal de la cruz:
Acto de contrición:
El credo:
Padre Nuestro:
Avemarías:
Gloria:
Señor, abre mis labios:
Y mi boca proclamará tu alabanza.Dios mío, ven en mi auxilio.
Señor, apresúrate en socorrerme.Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos.Amén.
Primer Misterio: La resurrección de Jesús.
Pasado el sábado, al rayar el alba, el primer día de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. De pronto hubo un gran terremoto, pues un ángel del Señor bajó del cielo, se acercó, hizo rodar la losa del sepulcro y se sentó en ella. Su aspecto era como un rayo, y su vestido blanco como la nieve. Los guardias temblaron de miedo y se quedaron como muertos. Pero el ángel, dirigiéndose a las mujeres, les dijo: “No temáis; sé que buscáis a Jesús, el crucificado. No está aquí. Ha resucitado, como dijo. Venid, ved el sitio donde estaba. Id en seguida a decir a sus discípulos: Ha resucitado de entre los muertos y va delante de vosotros a Galilea. Allí le veréis. Ya os lo he dicho”.
(Mt 28,1-7)
Padre Nuestro:
Avemarías:
Gloria:
Oración de Fátima:
Jaculatoria:
Segundo Misterio: La ascensión de Jesús.
Después de su pasión y muerte, Jesús se presentó a los apóstoles que había elegido, dándoles muchas pruebas de que vivía, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca de lo referente al Reino de Dios. Les prometió que serían bautizados en el Espíritu Santo: «Recibiréis –les dijo– la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra». Y entre las muchas instrucciones que les fue dando, San Mateo recuerda que les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo».
Padre Nuestro:
Avemarías:
Gloria:
Oración de Fátima:
Jaculatoria:
Tercer Misterio: La venida del Espíritu Santo.
Después de la Ascensión del Señor, cuantos le habían acompañado de Jerusalén al Monte de los Olivos regresaron a la Ciudad, y perseveraban constantes en la oración, en compañía de María, la madre de Jesús, aguardando el cumplimiento de la promesa del Resucitado: «Vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos días… Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos…»
Al llegar el día de la fiesta judía de Pentecostés, cincuenta días después de pascua, y de la Resurrección del Señor, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse.
Padre Nuestro:
Avemarías:
Gloria:
Oración de Fátima:
Jaculatoria:
Cuarto Misterio: La asunción de María al cielo.
La Santísima Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo, en donde ella participa ya en la gloria de la resurrección de su Hijo, anticipando la resurrección de todos los miembros de su Cuerpo.
“Llena de gracia” Dios le había concedido todas las gracias, no sólo la gracia santificante, sino todas las gracias de que era capaz una criatura predestinada para ser Madre de Dios.
«Todas las generaciones me llamarán bienaventurada porque el Señor ha hecho obras grandes en mí» (Lc 1, 48-49).
Padre Nuestro:
Avemarías:
Gloria:
Oración de Fátima:
Jaculatoria:
Quinto Misterio: La coronación de María como Reina de los cielos y tierra.
«Una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en la cabeza».(Ap 12,1)
«Con ánimo verdaderamente maternal, al tener en sus manos el negocio de nuestra salvación, Ella se preocupa de todo el género humano, pues está constituida por el Señor Reina del cielo y de la tierra y está exaltada sobre los coros todos de los Ángeles y sobre los grados todos de los Santos en el cielo; estando a la diestra de su unigénito Hijo, Jesucristo, Señor nuestro, con sus maternales súplicas impetra eficacísimamente, obtiene cuanto pide, y no puede no ser escuchada».
Rezar el Padre Nuestro:
Rezar 10 Avemarías:
Rezar el Gloria:
Rezar la oración de Fátima:
Recitar la jaculatoria:
Recitar el Salve (Salve Regina):
Recitar las Letanías a la Virgen María (disponibles a continuación):